El drama del desempleo esconde la realidad silenciada de la
explotación y el abuso, fenómenos que se recrudecen en tiempos de crisis.
Hay un drama silencioso y silenciado que convive con el drama del desempleo. Se llama
explotación laboral. En muchos centros de trabajo, la gente se ha acostumbrado
a tenerlo sentado a su lado. La crisis hace que prolifere una casta de
empleadores sin escrúpulos que aprovechan la coyuntura para exprimir y explotar
a las personas a su cargo. De cada 100 inspecciones llevadas a cabo por Trabajo
a lo largo de 2012 (datos a 30 noviembre), en un 23,9% de los casos se
detectaron irregularidades (las situaciones de explotación laboral son
simplemente una parte del largo catálogo de irregularidades).

“Hay una excesiva tolerancia que es de extrema gravedad”,
dice en referencia a las múltiples irregularidades que se producen. Se queja
tanto por el atentado que suponen contra los derechos de los trabajadores, como
por la cantidad de cotizaciones sociales que no son abonadas y que servirían,
entre otra cosa, para poder hacer frente a los crecientes pagos en materia de
prestaciones de desempleo.
La crisis alumbra una era de trabajadores cada vez más
indefensos, utilizados como Kleenex de usar y tirar. El drama de la explotación
laboral sucede en silencio. Los trabajadores no quieren denunciar por miedo a
perder esa preciada conquista, cada día más valiosa; el empleo.
Casi todos los empleados entrevistados para este reportaje (
menos dos ) declinaron aparecer en fotografías y pidieron figurar con las
iniciales. No quieren presentarse como díscolos. Por miedo a perder su trabajo,
por miedo a que en el futuro no les quieran emplear, por miedo a estos tiempos
de empleadores con la sartén por el mango.
Base de datos de empleo de "El País"
Base de datos de empleo de "El País"
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